Ayer fue día de pega-tu-póster-y-explícame-tus-avances y me fue mal con un sinodal. Lo peor es que ni siquiera me dí cuenta de que me había ido mal hasta que mi co-asesor salió molesto de la junta de academia donde deliberan quiénes son los más ñoños y quiénes son los no tan ñoños. Con un sarcasmo que deja entrever décadas de práctica, me hizo saber su molestia. Yo, con mi poca capacidad para manejar el desvelo, no pude formular una buena respuesta y con eso le reafirmé mi mediocridad estudiantil.
Horas después me volví a encontrar a mi co-asesor saliendo de la escuela y me volvió a expresar su molestia, adicionada con preguntas sobre la fecha en que iba a terminar mi tesis, qué faltaba por terminar, bla bla bla. Yo tenía todavía más sueño que en la mañana, así que mis respuestas fueron aún más patéticas. No sé si notó mi estado de desvelo deplorable o si olvidó el ataque pensando en una pregunta que le hizo M, pero el caso es que no se habló más del asunto y se fue al estacionamiento.
Después de varias horas de sueño, sigo deprimido y despierto casi a las 3 de la mañana, lo cual es mal visto en semana de trabajo (a menos que haga ciencia, en ese caso me merecería un gesto de aprobación). En unas horas más tendré que ir a la escuela y fingir que soy un estudiante científico apasionado por el saber y que nada más importa.
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