01 marzo 2012

Una vez escuché o leí

que cuando no nos gusta algo de alguien, en realidad es un reflejo de algo que no nos gusta de nosotros mismos. Yo no creo que sea del todo cierto, aunque desde ese entonces he creado el hábito de evaluarme antes y después de decidir que algo no me agrada de una persona, para saber si yo padezco de ese defecto. No sé si sea un buen hábito, pero definitivamente he encontrado cosas interesantes al practicarlo.

Las vacaciones pasadas o antepasadas vi a J, entre otros amigos, y me di cuenta del esfuerzo que hacía por ser social y 'normal'. Tristemente, no resultaba muy buena su actuación, o al menos su concepto de normalidad definitivamente no era el correcto. Recordando eso, me puse a pensar sobre mi incapacidad social. La verdad es que soy bien raro, y eso es una gran desventaja en este mundo, ya que uno se pierde de muchas oportunidades que brinda la aceptación comunitaria.

Una reacción común al social awkwardness es el enorgullecerse de esa misma condición, además de restar mérito a las personas con habilidades sociales superiores. Aunque es obvia la asociación entre la estupidez de las personas y su habilidad social, no creo que sea justo ignorar esta última cualidad debido a dicha relación. Creo que uno no debe aferrarse a sus cualidades y cerrar los ojos a todo lo demás, sino que se debe buscar un desarrollo integral. Sólo de esa manera obtendremos una visión cada vez más clara de nosotros y de nuestro mundo.

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